Allí comienzan a fundirse en cientos de piezas las ideas de Cristina Gómez, que desata en silencio su proceso creativo, produciendo la pureza y la elegancia, abrazándose con la discreción.
En sus creaciones se palpa la búsqueda de piezas tan únicas como sencillas. Cada joya es pura arquitectura y lleva la caricia de sus manos, ése es el alivio del artesano.
La geometría, la naturaleza y la frescura son motivos de una evasión tan natural como formal, tan clásica como puntera.
Cristina posee una fuerte obsesión por el detalle, desde la idea en su cabeza, pasando por la selección, el diseño, el acabado y el hogar de su creación, los escaparates. Como un cálido hogar donde los collares bailan con las pulseras y los anillos coquetean con los pendientes, conviviendo en armonía.

Sobre esa mesa, inmune al paso del tiempo, encontramos cientos de libretas llenas de bocetos en tinta y carboncillo, moldes, cuentas que se buscan pero no se encuentran, cordones asintóticos, que se acercan pero no se tocan, piedras que chocan cual meteoritos, cierres que abren un nuevo proceso, broches que cuelgan de ideas, botones que se atraen, hilos que se enredan y materiales que se mezclan. Una sofisticada fiesta de calidad y diseño que, cuando para la música, vuelve al cajón del orden, esperando cada creación, ser la elegida para salir al mundo con el sello de IcIalma, sabiendo que la mejor improvisación, es la que está meticulosamente preparada.
En calma se viven las grandes aventuras de las pequeñas cosas. Crear y creer la joya que necesitamos en el día a día.